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Nuevo “paquete” de medidas contra la crisis: ¿el futuro vago de Argentina?

El 17 de abril, el Gobierno argentino anunció la aprobación de un “paquete” anticrisis complejo de medidas destinadas a frenar la inflación al galope y aumentar el consumo. Estas medidas congelan los precios de los alimentos básicos, así como las tarifas del suministro de gas y la electricidad. En su mayor parte, la duración de dichas restricciones se limita a seis meses y finalizará antes de las elecciones presidenciales en el país. ¿Cómo pretende el equipo de Mauricio Macri continuar “saliendo” de la crisis económica? ¿Qué perspectivas podrían esperar los argentinos en los próximos años?

En 2018, Argentina vivió una crisis monetaria y un aumento de la hiperinflación. Luego, la tasa de inflación anual alcanzó el 47,6%, el PIB cayó un 2,5%, el desempleo y la pobreza aumentaron considerablemente. Dichos datos demostraron muy claramente los profundos problemas del país latinoamericano: la economía argentina disminuyó en cuatro veces en los últimos siete años.

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La promesa principal del Gobierno que llegó en diciembre de 2015, encabezada por el Presidente Mauricio Macri, fue una revisión radical de las políticas económicas dirigidas a la inversión extranjera directa, que se esperaba que condujera a un aumento constante de la productividad. Sin embargo, según los analistas financieros, la crisis monetaria, que se desató en abril de 2018, subrayó la inconsistencia de tal enfoque político.

En esta situación, el Gobierno argentino recurrió al Fondo Monetario Internacional y recibió un préstamo de reserva de $ 57 mil millones, el más grande en la historia del FMI. Después de tales medidas, el Gobierno de Macri acordó un nuevo enfoque para corregir los desequilibrios macroeconómicos en el Estado. Sin embargo, los términos del acuerdo de préstamo están cambiando constantemente, ya que los inversionistas ya han perdido confianza en la economía del país latinoamericano.

Asimismo los eventos se desarrollaron rápidamente. En junio pasado, el FMI aprobó un nuevo Acuerdo con Argentina y el Gobierno tomó una decisión: en lugar de gastar los fondos recibidos, los utilizará para aumentar la liquidez y restablecer la confianza en el mercado internacional. Sin embargo, cuando el peso argentino siguió cayendo, el Gobierno y el FMI acordaron que Argentina utilizaría el préstamo para pagar sus obligaciones de deuda, así como para prevenir la amenaza de incumplimiento en el año 2019, cuando se realizarán las nuevas elecciones presidenciales.

La situación económica sigue siendo muy inestable y “frágil”. Una de las razones es que una gran parte de la deuda pública de Argentina está denominada en moneda extranjera. Representantes del FMI dicen que la deuda del país “permanece estable, pero no con una alta probabilidad”. Según los expertos, la prueba real de la estabilidad de la economía argentina comenzará en el año 2020.

No se debe olvidar que, por un lado, el plan macroeconómico apoyado por el FMI para restringir la política fiscal y monetaria contribuirá a la prolongación de la recesión actual. Además, el enfoque monetario, como muestran los eventos, repite algunos de los errores fundamentales cometidos antes de la crisis monetaria.

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Si bien el Gobierno de Macri planeaba reducir gradualmente el déficit presupuestario, el Banco Central de Argentina utilizó un enfoque mucho más duro para frenar la inflación. Al mismo tiempo, se basó en dos principios fundamentales: la política estatal guiará a la economía en el camino del crecimiento sostenible, y las tasas de interés más altas serán efectivas para estabilizar los precios.

Ambos convencimientos estaban catastróficamente equivocados. Las inversiones en la economía real no se han justificado en gran medida. Y las altas tasas de interés han atraído capital de cartera especulativa a corto plazo, lo que hizo que el país latinoamericano y el peso argentino fuera vulnerables a un cambio repentino de las actitudes en el mercado global.

El paquete de medidas aprobado el 17 de abril, que entrará en vigencia a partir de principios de mayo, se convirtió en el resultado del acuerdo del Gobierno de Mauricio Macri con los 16 productores de alimentos más grandes del país. Este acuerdo contempla la congelación de los precios de aproximadamente 70 tipos de bienes de consumo, entre los cuales los más significativos son la harina, la mantequilla, el arroz, la pasta, los productos lácteos y de panadería, el azúcar y las bebidas. Todos los productos están incluidos en la canasta alimentaria argentina. Otra ventaja de este programa de alimentos fue el hecho de que más de 18 millones de argentinos, participantes en el seguro social, podrán calificar para descuentos adicionales de 10 a 25% en todos los productos en tiendas y productos farmacéuticos en farmacias.

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Otro punto del acuerdo alcanzado fue la contención del aumento de las tarifas de suministro de gas, electricidad y transporte público hasta el final de actual 2019. Además, los cambios arancelarios planificados previamente se compensarán a las empresas proveedoras con cargo al presupuesto estatal. A su vez, los operadores móviles congelarán los precios por la prestación de sus servicios durante cinco meses. Los jubilados y las familias que reciben beneficios sociales tendrán la oportunidad de condiciones preferenciales para los préstamos. Según el Gobierno, dicho paquete de medidas también tendrá en cuenta los intereses de las pequeñas y medianas empresas, a las que se les permitirá reestructurar sus deudas en condiciones más favorables.

Según Mauricio Macri, las medidas tomadas estarán dirigidas principalmente a frenar la inflación, cuyo nivel ya ha superado el 50% en el último año. Los analistas políticos latinoamericanos argumentan que al tomar los pasos más característicos para los regímenes de “izquierda”, el resistente liberal Macri quiere obtener el apoyo de los estratos de bajos ingresos de la población y así aumentar sus posibilidades de ganar las elecciones presidenciales que se celebrarán en Argentina en octubre de este año. Sin embargo, según las últimas encuestas de opinión pública, la principal rival de la actual líder argentina, la ex Presidenta del país, Cristina Kirchner (Cristina Elisabet Fernández de Kirchner), supera a Macri en la primera ronda de las elecciones y vence en la segunda.

Para el nuevo Gobierno todo será muy difícil, porque en 2020 la situación con deudas se volverá particularmente relevante. El próximo líder tendrá que intentar restablecer el acceso a los mercados crediticios internacionales, pero Argentina ya tiene grandes deudas. Si en menos de un año la economía no muestra signos de rápido crecimiento, surgirá una serie de nuevos problemas. En este escenario, los mayores costos para la renovación de la deuda serán un factor peligroso para la economía, ya que el Gobierno tendrá que asignar una mayor proporción de los ingresos del país en moneda extranjera para pagar la deuda.

El Gobierno elegido en octubre enfrentará dos situaciones desagradables: una “camisa de fuerza” con pagos de deuda más altos, mayor toma de decisiones y una recesión o una reestructuración dolorosa de las obligaciones de deuda con condiciones inciertas y un resultado muy incierto.

Sin embargo, todos los analistas del mundo están de acuerdo en una cosa. Para evitar otra crisis de deuda, Argentina necesitará un crecimiento económico estable y sólido. Si bien no hay escenarios para el “milagro económico” argentino, un cambio en la política macroeconómica actual puede dar al menos una oportunidad al país latinoamericano.

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