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Algas amenazando las vacaciones caribeñas

A la hora que las dificultades temporales en medio de la pandemia COVID-19 requieren inyecciones financieras extraordinarias, el sector turístico mexicano busca soluciones a un problema que ya parece ser estable.

La fama de Cancún y la Riviera Maya, las destinaciones más destacadas del estado mexicano de Quintana Roo, empezó a crecer a finales de los ochenta y durante todo este tiempo se debe a sus costas blancas y aguas cristalinas. Pero en 2015, el sector turístico se enfrentó a un desafío biológico de gran escala y hasta el momento sigue buscando soluciones: las playas se llenaron de algas pardas Sargassum. Al llegar a la costa, se descomponen, pintan las aguas de marrón, emiten sulfuro de hidrógeno y desprenden un olor desagradable. Durante los períodos pico, cuando el sargazo forma capas densas en la playa y cubre la superficie del mar por algunas docenas de metros, los servicios públicos no pueden hacer frente a la limpieza y el acceso al mar es limitado. Esto conduce a pérdidas significativas en el sector turístico. Solo para resumir, en 2018, los ingresos de los hoteles disminuyeron entre 40% y 60%, dependiendo de la ubicación en relación con el flujo de las algas. En 2019, los turistas también alteraron sus planes de vacaciones, lo que resultó en una caída del 10% al 12% en la ocupación hotelera. En cuanto a los indicadores de 2020, es difícil hacer conclusiones debido a las restricciones pandémicas y sus consecuencias.

 Algas sargazo a lo largo de la playa de Cancún
Cancún, Quintana Roo, México. Algas sargazo a lo largo de la playa de Cancún. | Foto de Ricardo Pacheco

Las altas tasas de reproducción y el desplazamiento del sargazo atraen atención de la comunidad científica, donde aún hay unanimidad sobre las causas de estos fenómenos. De hecho, las algas Sargassum han sido estudiadas durante mucho tiempo y fueron descritas por primera vez por Cristóbal Colón en el siglo XV. Es a estas especies a las que debe su nombre el Mar de los Sargazos, la zona de su mayor concentración. El sargazo forma colonias flotantes, unos complejos ecosistemas marinos, que sustentan la vida de especies biológicas, desde almejas y caballitos de mar hasta grandes habitantes de los océanos como tortugas, tiburones y cachalotes.

Tortugas y sargazo
Crías de tortuga boba en una isla flotante de algas o sargazo. | Foto de Karen Parker

Existen varias hipótesis sobre la abundancia anormal de sargazo en el Caribe, cuyo crecimiento se intensificó en el 2011. Tanto las consecuencias de las actividades industriales como los factores naturales se consideran desencadenantes eventuales. El aumento de temperatura de los océanos, las desviaciones de las corrientes marinas y el movimiento de las masas de aire son los principales puntos de referencia de los partidarios de los factores naturales del problema. Entre las justificaciones vinculadas a la actividad humana, las versiones varían entre el alza de concentración de fertilizantes y nutrientes en las escorrentías agrícolas del Amazonas, la deforestación tropical, la contaminación de los ríos regionales con residuos industriales y orgánicos, así como el derrame masivo de petróleo que provocó el accidente en la plataforma Deepwater Horizon de British Petroleum en el 2010.

Además, el crecimiento del sargazo tiene sus ciclos y estacionalidad: las observaciones confirman que la actividad máxima se muestra durante la temporada cálida de abril a agosto, pero no se pueden hacer pronósticos precisos. El alcance de los daños y pérdidas de la industria de viajes solían variar a lo largo de los años, alcanzando su punto máximo en 2015 y 2018. Las autoridades regionales y las empresas del sector turístico se ven obligados a abordar el problema ‘en modo manual’, guiados por datos de monitoreo a corto plazo y buscando soluciones constantemente.

El impredecible fenómeno del sargazo ha afectado significativamente el desempeño de la industria turística en el Caribe mexicano, tanto en años de llegadas masivas como moderadas de las algas. Ha aumentado considerablemente el número de viajeros que reconsideran sus planes de vacaciones en México, optando por alternativas en la costa del Pacífico. Expertos del grupo financiero BBVA han observado un aumento constante del tráfico turístico y la actividad comercial en Los Cabos, Rosarito, Manzanillo, Puerto Vallarta e Ixtapa. Con una caída anual de 4 a 6 puntos en los indicadores de desempeño económico del sector turístico en Quintana Roo durante los últimos tres años, estas áreas demuestran un crecimiento constante de 3% a 4%, incluso con una disminución de precios promedios de alojamiento y servicios relacionados.

A pesar de que el turismo contribuye con un significante 9% del PIB nacional, las autoridades federales no abordan el problema ambiental, aunque el bienestar de varias regiones depende en gran medida de los indicadores de la industria turística. Quintana Roo, el estado que más sufrió por la invasión del sargazo, depende de los viajeros: alrededor del 40% de los empleos se concentran en el sector turístico que aporta más del 50% de los ingresos presupuestarios regionales. En estas condiciones, las autoridades estatales se ven obligadas a afrontar el problema por su cuenta, ya que los apoyos puntuales de la Ciudad de México en 2015 y 2018 solo podrían cubrir el 10% del costo de remoción de casi 550 millones de toneladas de algas que llegaron a la costa en estos periodos.

Algas sargazos en la playa de Tulum
Algas sargazos en la playa de Tulum en México | Foto de Olga Kozyr

La instalación de barreras costeras y frecuente limpieza de las playas son las medidas clave aplicadas en la lucha las playas de Cancún y la Riviera Maya. Sin embargo, es obvio que están dirigidas a abordar las consecuencias y no las causas del problema. Además, hay iniciativas que proponen utilizar el sargazo para producir bioplásticos. Aun así, la eficiencia de estos proyectos sigue siendo cuestionable, considerando los gastos de capital y la imprevisibilidad de los volúmenes anuales de la ‘materia prima’.

Aparentemente, esta anomalía no solo afectará a México. Al ser un problema ambiental complejo, requiere esfuerzos conjuntos de autoridades, comunidades científicas y empresas fuera del Caribe. Según la opinión de oceanólogos, las consecuencias de la rápida propagación de esta especie biológica pueden afectar tanto a los países del continente americano como los de la costa occidental de África incidentalmente corrigiendo sus actividades económicas.

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