Sin embargo, el tiempo gradualmente comenzó a poner todo en su lugar. En junio de 2017, durante su visita oficial a Rusia, el Presidente de Brasil, Michel Temer, se reunió con el Primer Ministro ruso, Dmitri Medvédev, la Presidente del Consejo de la Federación, Valentina Matvienko, y la tarea principal en el calendario de trabajo del líder brasileño se ha convertido en negociaciones con Vladimir Putin en el Kremlin. El resultado de estas reuniones fue un “calentamiento” del grado de las relaciones ruso-brasileñas, el fortalecimiento de los lazos entre los dos países. En el marco de esta visita, el papel de Brasil como uno de los principales socios de Rusia en América Latina fue enfatizado repetidamente.
El líder brasileño comenzó el programa de negociaciones oficiales con una reunión con la Presidenta del Consejo de la Federación, Valentina Matvienko. Los interlocutores se vieron hace casi dos años en la ciudad de Brasilia cuando Temer era el Vicepresidente. Durante su visita actual a Rusia, Temer señaló que estaba “comprometido a hacer una contribución para fortalecer los lazos y la asociación estratégica”.
La reunión de Temer con Vladimir Putin tuvo lugar en el Kremlin. Los Presidentes firmaron la declaración sobre el diálogo estratégico de la política exterior. El documento proporciona un mayor nivel de coordinación en la lucha contra los nuevos desafíos y amenazas, el terrorismo, la paz, la estabilidad, la no proliferación y el control de armamentos. Temer aseguró que en el próximo semestre, cuando Brasil sea el presidente interino del MERCOSUR, tratará de hacer todos los esfuerzos posibles para avanzar en la preparación de un acuerdo de cooperación con La Unión Económica Euroasiática (UEE o UEEA). Los líderes de los dos países realizaron negociaciones fructíferas durante varias horas, y el líder brasileño, al final de la reunión enfatizó que ahora volverá a su patria con más confianza en el futuro.
El 4 de diciembre de 2017 el Secretario del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, Nikolái Pátrushev, visitó Brasil y se reunió con Temer. Después de esta reunión, ambos señalaron que la cooperación entre Rusia y Brasil aún se caracteriza por un alto nivel de comprensión y un gran potencial. En el marco de estas negociaciones Patrushev encabezó la delegación compuesta por miembros no sólo del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, sino también del Ministerio del Interior, del Ministerio de Justicia, del Ministerio de Defensa, del Ministerio de Asuntos Exteriores, del Servicio Federal de Seguridad (FSB), de la Oficina de la política exterior de la Administración Presidencial y del Servicio Federal de militar cooperación técnica. Un formato tan grande permitió a la parte rusa discutir una amplia gama de cuestiones. Después de la reunión, muchas fuentes oficiales rusas asumieron que Brasil tiene la intención de “alejarse” del formato BRICS como la plataforma principal para resolver problemas estratégicos. El mismo Patrushev declaró públicamente que “la erosión de la unidad del BRICS por el bien de la política exterior a corto plazo es inaceptable”.
La parte rusa señaló que como los principales temas de prioridad de discusión con Brasil siguen siendo: el desarrollo de posiciones comunes en la ONU (incluyendo la actualización de las listas de las organizaciones terroristas internacionales), la cooperación en los formatos multilaterales (principalmente la línea del BRICS), el intercambio de experiencias entre las fuerzas de seguridad de ambos países, la creación de un mecanismo permanente de cooperación entre los servicios especiales de Rusia y Brasil, la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo, y, finalmente, “la familiarización con la experiencia rusa respecto a la regulación de las actividades de las organizaciones no gubernamentales que tienen señales que actúan como agentes extranjeros”.
A pesar del “golpe suave” que tuvo lugar en el Estado brasileño en agosto de 2016, Brasil sigue siendo uno de los socios clave de Rusia no solo en la región de América Latina, sino también en la dimensión mundial. Las relaciones diplomáticas ruso-brasileñas tienen casi 190 años, se establecieron por primera vez el 3 de octubre de 1828. Posteriormente, fueron interrumpidos varias veces: en el año 1917 después de la Revolución de Octubre (restauradas en 1945) y en 1947 debido al establecimiento de una dictadura militar en Brasil (restauradas en 1961). Más tarde, los brasileños fueron de los primeros en reconocer a la Federación Rusa como el Estado sucesor de la URSS (el 26 de diciembre de 1991). El ámbito principal de la cooperación bilateral ha sido económica por muchos años. En el marco de la visita oficial de Temer a Moscú, los líderes de los dos países respaldaron un ambicioso programa para construir flujos cruzados de productos básicos y diversificar la estructura de las operaciones de exportación e importación. Muchos economistas creen que todavía hay un potencial no desarrollado en el comercio.
Rusia y Brasil cooperan estrechamente en el campo de la exploración espacial. En el territorio del país sudamericano, hay cuatro estaciones terrestres de GLONASS. En 2018, se planea estudiar la posibilidad de lanzamientos conjuntos desde el cosmódromo brasileño y la producción de vehículos espaciales de lanzamiento del tipo pequeño y medio.
Si Rusia logra mantener su actual posición en Brasil se verá reflejado en una serie de reuniones a nivel internacional programadas para el próximo año 2018, así como en nuevos indicadores económicos que demuestren un aumento en el comercio entre Rusia y Brasil. La primera de las reuniones programadas es la Cumbre del “G20”, que se realizará este año en la capital argentina. Además, Michel Temer tiene la intención de volver a visitar Rusia y “animar” al equipo brasileño en la Copa Mundial.