Su primera parada en América Latina como la cabeza del Ministerio de Defensa, James Mattis hizo en Brasil, donde se reunió con los jefes del Ministerio de Defensa y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil, así como ha presentado una exposición en la Academia Militar. Cabe señalar que las negociaciones de Mattis con el Canciller, Aloysio Nunes Ferreira, fueron de naturaleza cerrada.
Sólo pocos días antes de la “gira latinoamericana” de Mattis, el Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, el Almirante Kurt Walter Tidd, dijo que los EE.UU. no pueden prestar atención sólo al hecho de que Rusia y China “hacen” en Europa y en el mar de la China Meridional. Pero en América Latina, según Tidd, también, la competencia está mucho más cerca de los Estados Unidos. Los representantes de la Casa Blanca han señalado en repetidas ocasiones que, en la lucha por la influencia, lo más importante que se pueden hacer es luchar por su cuenta.
De acuerdo con los representantes del Gobierno de los Estados Unidos, Moscú cada día está intensificando más agresivamente el aumento gradual de su presencia militar en América Latina, enviando los barcos allí, suministrando a los países de la región por las armas avanzadas y realizando las operaciones de inteligencia. Para Rusia, este deseo está relacionado, ante todo, con el restablecimiento de su influencia y el fortalecimiento de los lazos militares con muchos Estados latinoamericanos. En primer lugar, la Casa Blanca acusa al Kremlin de realizar diversas campañas de influencia para obtener ventajas en la región. El Almirante Kurt Walter Tidd dijo en sus declaraciones que supuestamente desde Rusia a Perú durante mucho tiempo llegaba “la propaganda desfavorable que caracterizó negativamente las capacidades de los vehículos blindados norteamericanos Stryker”. Según él, como el resultado, esto ha llevado a la ruptura del Acuerdo con los EE.UU. y el suministro a Perú desde Rusia de BCD (transportes blindados de tropas) modernizados por un precio reducido.
Una reacción aguda en la región de América Latina fue causada por las guerras comerciales desplegadas por Trump, en las que se han arrastrado Argentina y Brasil. Hay que mencionar que estamos hablando de aranceles prohibitivos para la importación de biocombustibles a los EE. UU. Y del aumento de los aranceles sobre el acero y el aluminio. En los últimos años, varios países (Colombia, Perú, Chile, etc.) se han convertido en “predicadores” del comercio libre e independiente, participantes en las asociaciones emergentes de integración regional. Para estos países, la nueva política económica de Donald Trump ha convertido en una amenaza directa.
Sin embargo, el asunto no se limita solo a la economía. Por ejemplo, con México las contradicciones se estaban “calentando” en materia de migración, el nivel de la cooperación con Cuba disminuyó drásticamente en comparación con el “calentamiento” en las relaciones entre los dos países bajo el presidente Obama, no ha habido interferencia en la vida política de Nicaragua. Todos los días, el Pentágono aumenta la presión sobre el principal adversario estadounidense en la región – Venezuela. En este punto, uno de los principales objetivos de Trump en la región, dejando de Caracas sin “oxígeno financiero” a través de las sanciones impuestas, y en última instancia para lograr el derrocamiento del actual liderazgo en este Estado, posiblemente, como es considerado por muchos analistas internacionales que los EE.UU. pueden recurrir a métodos de la fuerza.