El 18 de septiembre se llevó a cabo la tan esperada cumbre de la Comunidad de América Latina y el Caribe (CELAC), la reunión anterior de este nivel fue en 2017.
El interés en el evento se ha estado calentando durante varias semanas, con México desempeñando el papel principal como presidente interino del bloque. Otros participantes, en primer lugar, los más “antiimperialistas” tales como Venezuela, Cuba y Bolivia tampoco desaprovecharon la oportunidad de oponer la organización latinoamericana a la OEA Panamericana, utilizando habitualmente la retórica antiamericana.
Los medios de comunicación circularon activamente informes de que la próxima cumbre ofrecería otra alternativa a la OEA. Pero la revolución, como siempre, no sucedió. El destino de la OEA no estaba en la agenda. A menos que el presidente de Bolivia criticara duramente a la OEA, calificándola de “ineficaz”, “desactualizada” y “que no responde a las necesidades de los Estados ni a los principios del multilateralismo”.
Pero incluso si asumimos que el futuro de la OEA puede depender de la decisión política de los estados latinoamericanos, cuyo aporte total al presupuesto de la OEA aún es inferior al 20%, tareas tan ambiciosas seguirán requiriendo unidad, que ni siquiera se ve en la región. Basta con mirar sólo los ejemplos más llamativos de contradicciones regionales:
En primer lugar, Brasil, la economía más grande de la región, en 2020 suspendió su participación en la CELAC.
Segundo, Argentina, la tercera economía de Latinoamérica, en el contexto de la crisis de gobierno, ahora no está a la altura de la integración regional. Ahora el exministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Felipe Sola, se enteró de su renuncia en México, a donde llegó con la intención de impulsar la candidatura argentina (por cierto, la única propuesta) como presidente interino de la CELAC. Como resultado, la delegación del país en la cumbre estuvo encabezada por el Viceministro para América Latina.
Tercero, la participación de los jefes de Venezuela y Cuba en la reunión, en lugar de acercar las posiciones de los gobiernos regionales, tuvo casi el efecto contrario. Fue esta circunstancia la que se convirtió en el motivo oficial de la negativa de Jair Bolsonaro a ser invitado a la cumbre. Por las mismas razones, el presidente colombiano Iván Duque no asistió a la reunión. El gobierno colombiano rechazó la participación en la VI Cumbre CELAC del régimen de Nicolás Maduro, que no cumple con los principios democráticos y viola los derechos y libertades de los ciudadanos venezolanos.
El presidente de Paraguay Mario Abdo inmediatamente durante la reunión consideró necesario resaltar que su “presencia en esta cumbre en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro.”
El titular de Uruguay, Luis Lacalle Pou, también fue contundente al condenar la situación de los derechos humanos en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
A pesar de este contexto, en la VI Cumbre de la CELAC se volvieron a hacer fuertes llamamientos a la integración regional integral.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, inició su discurso de la siguiente manera: “La CELAC en estos tiempos puede convertirse en el principal instrumento para consolidar las relaciones entre nuestros países de América Latina y el Caribe, y alcanzar el ideal de una integración económica con Estados Unidos y Canadá en un marco de respeto a nuestras soberanías, es decir, construir en el continente americano algo parecido a lo que fue la comunidad económica que dio origen a la actual Unión Europea.”
Este “ideal”, en su opinión, es alcanzable bajo tres condiciones:
1. No intervención y autodeterminación de los pueblos, cooperación al desarrollo y asistencia mutua en la lucha contra la desigualdad y la discriminación.
2. Acuerdo comercial y económico con Estados Unidos y Canadá, destinado a fortalecer el mercado interior y estimular la producción regional.
3. “Integración industrial con la dimensión social”, que implica inversiones de Estados Unidos y Canadá para el desarrollo del continente.
Dejando de lado que parece un tanto inapropiado y prematuro plantear iniciativas de este tipo, que implican la participación activa de Estados Unidos y señalar que a nivel de la región latinoamericana una integración tan ambiciosa en la etapa actual parece utópica. Después de todo, si los presidentes de las mayores economías de la región (y estos son Brasil, Argentina, Colombia y Chile) ni siquiera estuvieron presentes en la cumbre, ¿a quién está dirigida la propuesta?
Pero debemos rendir homenaje al presidente mexicano. Andrés Manuel López Obrador, en la etapa final de la presidencia de México en la CELAC, intensificó notablemente los esfuerzos para revivir el desvanecido proyecto de integración. De lo contrario, en ocasiones, se deslizó la idea de que América Latina debe el mantenimiento de la viabilidad de la CELAC a China, que subsidia generosamente numerosas iniciativas a través del foro China-CELAC. Por cierto, el presidente chino, Xi Jinping, participó en la cumbre de la videoconferencia.
Al mismo tiempo, cabe señalar que el pico de los esfuerzos mexicanos recayó en el período posterior a las elecciones de mitad de período, donde la coalición gobernante, habiendo retenido una mayoría, perdió un número significativo de escaños parlamentarios frente a la oposición, habiendo perdido la mayoría necesaria para introducir enmiendas constitucionales. En este contexto, el deseo de restaurar las posiciones regionales de México, al menos asumiendo el liderazgo entre los regímenes de izquierda de América Latina, parece bastante natural. Esta circunstancia fue nuevamente acentuada por las palabras del presidente de Venezuela, quien declaró a su regreso de los campos de la cumbre que “México nos ha recibido como hijos”.
Mientras tanto, la región está ahora tan fragmentada que la cuestión de la legitimidad de la división en “izquierda” y “derecha” surgió en pleno crecimiento, porque hay casi más contradicciones dentro de estos dos campos convencionales que entre ellos.
Baste decir que el presidente de Ecuador, millonario y conservador Guillermo Lasso, quien promueve activamente la idea de la adhesión de Ecuador a la Alianza del Pacífico, respondió de la manera más vívida a la ambiciosa propuesta de México. “Todo nuestro pasado común no servirá de nada si no tenemos un futuro común, y ese futuro común sólo se construye a través de la libertad de nuestros ciudadanos para abrir nuevos mercados”, dijo Lasso
Al mismo tiempo, el gobierno de “izquierda” de Danael Ortega en Nicaragua calificó al gobierno de “izquierda” de Alberto Fernández en Argentina “un instrumento del imperialismo norteamericano”, acusándolo de interferir en asuntos internos y negó a apoyar la candidatura de Argentina como presidente pro tempore de la CELAC.
Por supuesto, en esencia, la propuesta de Andrés Manuel López Obrador tiene poco valor en el contexto de la polarización extrema de la región. Consideramos importante señalar que México ofrece a los países miembros de la CELAC no solo una cierta cuota de populismo, sino también una serie de proyectos constructivos que se reflejan en la declaración final de la VI Cumbre de la CELAC:
– Expansión de la cooperación internacional para fortalecer la capacidad de producción y la infraestructura relacionada para la producción de vacunas, medicamentos y productos sanitarios en la región.
La Cumbre de la CELAC adoptó por unanimidad las recomendaciones de la CEPAL para fortalecer la autosuficiencia del sistema regional de salud, incluida la creación de un análogo de la Agencia Europea de Medicamentos, el desarrollo de una plataforma regional de ensayos clínicos y la creación de un mecanismo regional de adquisición de vacunas (en lugar del COVAX fallido).
La lucha contra el coronavirus ha sido uno de los temas que viene definiendo la agenda de la CELAC durante muchos meses: reuniones de ministros de la CELAC, cooperación de los principales centros de investigación de la región para la cooperación en el desarrollo de vacunas y diversos aspectos regulatorios y técnicos, reuniones de expertos en problemas de seguimiento, trabajo de instituciones especializadas. En el marco del Foro China-CELAC, la lucha contra el COVID-19 también ha recibido una atención considerable.
– Creación del Fondo CELAC para la Respuesta Integral a Desastres en la región, que inicialmente ascendió a $15 millones.
– Promover una posición común en la Conferencia de los Estados Partes de la ONU sobre Cambio Climático (COP26).
– Aprobación del estatuto de La Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE). Ahora, 9 agencias espaciales existentes en la región comenzarán a trabajar juntas, fortaleciendo la capacidad de investigación y reduciendo costos.
Estos logros tan concretos se pueden atribuir a México. El hecho de que el mandato de su presidencia interina se haya prorrogado un año más es también una prueba del gran reconocimiento por su contribución.
Aunque, por supuesto, la crisis, que limitó las posibilidades de posibles candidatos a un cargo honorífico, y las contradicciones intrabloque, que, por un lado, crean una especial necesidad de continuidad, y por otro, no permiten una enfoque significativo a la solución de problemas urgentes, no jugó el último papel en esto, en particular, el problema agudo de la migración.
Y en conclusión, con todo su significativo potencial, la debilidad institucional de la CELAC subordina la trayectoria de su desarrollo a factores oportunistas. Mientras no se modifique esta circunstancia, la viabilidad de la CELAC quedará en entredicho. Y parece que el único líder estatal que está dispuesto a admitirlo públicamente es Nicolás Maduro, quien ha presentado una propuesta para crear una nueva estructura institucional y una secretaría general de la CELAC.