En la declaración de la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, el 10 de abril se informó de que Donald Trump permanecerá en el país a causa de su empleo en la formulación y la preparación de la respuesta a un ataque químico en la ciudad siria de Douma (Ghouta Oriental), situada a 10 kilómetros de la ciudad de Damasco. Dos días antes de que Donald Trump ha acusado a Rusia e Irán de apoyar al régimen criminal de Bashar al-Assad, que, según él, destruye su propio pueblo. Durante la declaración de la Secretaria de Prensa se señaló que el Presidente va a permanecer en los EE.UU. para supervisar los eventos que se desarrollan rápidamente en el mundo y para tomar decisiones operativas.
De acuerdo con una serie de organizaciones humanitarias, en la noche del 7 de abril un helicóptero lanzó una bomba de barril con los productos químicos sobre la ciudad Douma, que se define actualmente como el último centro de la resistencia a los yihadistas y los insurgentes en la región. La mayoría de las víctimas son civiles, mujeres y niños, como enfatizan los activistas. Según la información más reciente, al menos 42 personas murieron y más de 500 personas acudieron a hospitales.
En el inicio del año en la planificación de su primera visita a América Latina por Donald Trump, se informó de que el Presidente de los Estados Unidos como la parte de su primera gira por América Latina es plantear preguntas con los socios en la región sobre la seguridad fronteriza, la democracia y el comercio justo. Los latinoamericanos han estado esperando la visita del primero funcionario estadounidense, porque América Latina es una región que está más influenciada por la victoria del multimillonario del vecino “norteño” en las elecciones presidenciales de los EE.UU.
Si creer en serio a las palabras de Trump, en la frontera con el vecino “sureño”, tiene la intención de construir un muro real. Su construcción, según él, pagará por sí México mismo – en los posibles planes del Trump imponer un impuesto a los inmigrantes sobre las transferencias a sus hogares. Después de estas declaraciones durante su campaña electoral, los mexicanos se asustaron de su discurso, incluso cuando Trump todavía era un candidato del Partido Republicano.
Las declaraciones agudas afectaron no solo al vecino “sureño” de los Estados Unidos, sino también a varios otros países de la región. Cabe recordar que en diciembre de 2014, el ex líder estadounidense, Barack Obama, anunció una decisión de restablecer las relaciones con Cuba, ya que la política de aislamiento de la Isla de la Libertad no ha dado resultados. En 2015, después de más de 50 años de ausencia en Washington y La Habana, se reabrieron las Embajadas de ambos países y se levantaron muchas de las restricciones que se aplicaron contra Cuba. Sin embargo, la nueva administración de Trump inmediatamente tomó una posición más categórica en relación con las autoridades cubanas.
En América Latina, está aumentando la sensación de ansiedad acerca de la política de los EE. UU. en la región. En primer lugar, a los países de América Latina les preocupa la forma en que se están construyendo las relaciones comerciales y financieras con los Estados Unidos, así como sus perspectivas de futuro.
Actualmente, la región está mostrando los primeros signos de recuperación económica. Las declaraciones repetidas por Trump sobre las medidas económicas en la región, en particular, los planes del presidente de los Estados Unidos para endurecer las leyes de inmigración, la construcción de un muro en la frontera con México, los aranceles sobre los productos mexicanos, así como la transferencia de las fábricas de automóviles de marcas estadounidenses desde México a los Estados Unidos llevaron a la devaluación de las monedas nacionales, no sólo en México, pero también en varios países de América Latina que están en la cadena de producción común.
Sin embargo, es más probable que los Estados Unidos lleguen al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con el mayor golpe para los países de América Latina.
La Cumbre de las Américas volverá a plantear no solo cuestiones regionales sino también mundiales en el campo de la economía, el comercio y la seguridad. Los resultados de este importante evento regional necesariamente afectarán el curso del desarrollo de las relaciones entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos. Cómo se llevará a cabo la Cumbre de las Américas, y el Vicepresidente de los Estados Unidos encontrará puntos de contacto comunes con los líderes regionales, aún no está claro. Sin embargo, es la hora de que la administración de la Casa Blanca finalmente se dé cuenta de que la política en América Latina no debe estar dirigida a erigir muros, sino a construir puentes.