Hay que recordar que en los años 90 del siglo XX en Argentina fueron cometidos dos actos terroristas por personas procedentes del Oriente Medio: los bombardeos de la Embajada de Israel (1992) y del Edificio de la Comunidad Judía (1994) en la ciudad de Buenos Aires. Luego, decenas de personas murieron y cientos de víctimas resultaron heridas.
Según los datos de la empresa analítica bien conocida “El Grupo Soufan (SG)” desde 2011 hasta el presente, por lo menos 27 mil ciudadanos extranjeros de 86 países del mundo han ido a Siria e Irak para luchar en el lado de la ISIS. Cerca de 76 de ellos eran de Sudamérica.
En 2011, el FBI de los Estados Unidos acusó a dos iraníes de conspirar para asesinar al Embajador saudita en los Estados Unidos. Según el personal del FBI, también planearon organizar un ataque terrorista en Argentina.
Este año en la XVIIIª reunión del Comité Interamericano contra el Terrorismo, los expertos internacionales reiteraron la opinión común de que el Estado islámico, después de haber sufrido una derrota militar en Siria e Irak, donde intentó volver a crear el califato islámico, ahora se está expandiendo intensivamente su actividad terrorista en el extranjero, para demostrar al mundo entero su vitalidad y la escala de su influencia.
Además, según las estadísticas oficiales en América Latina se están actuando otros grupos islámicos terroristas, tales como “Hezbolá”, que cuenta con una red ampliamente ramificada de los puntos fuertes en Venezuela y tiene un amplio apoyo en Irán.
El 4 de mayo en la XVIIIª reunión del Comité Interamericano contra el Terrorismo, el Director Adjunto del Departamento de Nuevos Desafíos y Amenazas del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Dmitry Feoktistov, señaló la existencia del riesgo de que en el territorio de los países de América Latina y el Caribe haya surgimiento de campos de entrenamiento de yihadistas y bases recreativas, la creación de redes terroristas con los carteles locales criminales y de drogas. Hoy en día, están particularmente preocupados por la intensificación de las actividades de reclutamiento de los extremistas en los Estados del Caribe, donde la proporción de ciudadanos que profesan el Islam es alta.
Actualmente, la mayor preocupación son los jóvenes latinoamericanos que siguen dejando su patria y se van al lugar de los combates en Siria para unirse a la ISIS, porque son insatisfechos con sus vidas y no pueden realizarse en su país. Además, cabe señalar que los servicios secretos de América Latina todavía no se centran en la lucha contra el terrorismo mundial.
En muchos países latinoamericanos del campo “izquierda”, los servicios estatales de seguridad solo están espiando a oponentes políticos y opositores.