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Política

La disensión de Brasil en medio de la pandemia

El 23 de enero, movimientos y sindicatos de oposición realizaron protestas en Brasil para exigir la destitución del líder del país, Jair Bolsonaro, en 17 ciudades brasileñas. ¿Qué obligó a los brasileños salir a las calles? ¿Cuál fue el motivo principal de las protestas?

El sábado pasado, la consigna principal de las protestas fue la acusación del Gobierno de Jair Bolsonaro (port. – Jair Messias Bolsonaro) por el fracaso en la lucha contra la pandemia. En las calles de Río de Janeiro, Sao Paulo y otras ciudades importantes del país, los brasileños organizaron un mitin de autos, exigiendo la renuncia del Jefe de Estado. Cabe señalar que Brasil ocupa el segundo lugar en el mundo después de los Estados Unidos en cuanto al número de víctimas del coronavirus: desde el inicio de la pandemia, han fallecido en el país unas 218 mil personas infectadas. A su vez, Bolsonaro se ha opuesto durante mucho tiempo a la introducción de restricciones duras de cuarentena. Además, muchos sindicatos exigen la reanudación de los pagos de emergencia a los ciudadanos.

Al comienzo de la pandemia en Brasil, ya existía una división entre las autoridades federales y regionales. En sus numerosas declaraciones, Bolsonaro calificó la infección por coronavirus como “gripe leve” e “histeria de medios de comunicación”, y también argumentó que las consecuencias económicas del aislamiento podrían ser peores que las de un virus peligroso. Las autoridades regionales, por otro lado, estaban a favor de endurecer las restricciones e introducir un lockdown temporal.

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El 23 de enero, movimientos y sindicatos de oposición realizaron protestas en Brasil para exigir la destitución del líder del país, Jair Bolsonaro, en 17 ciudades brasileñas. Fuente: France 24.

En los primeros meses de la pandemia se desarrolló una situación paradójica en este país sudamericano. A nivel federal, las autoridades representadas por el Presidente, se negaron a introducir restricciones a gran escala, detener las fábricas y la industria, y tampoco abogaron por entrar en un régimen de estricto autoaislamiento. El Gobierno federal incluso lanzó la Campaña “Brasil No Puede Parar”, que anima a las personas a seguir yendo al trabajo, a la escuela e incluso asistiendo a eventos religiosos.

Sin embargo, a nivel municipal, los 27 Estados brasileños introdujeron estrictas medidas de cuarentena a mediados de marzo, similares a las de la mayoría de los países de la región, según las directrices de la OMS. En ese momento, los Gobernadores pudieron lograr este grado de independencia gracias a las decisiones del Tribunal Supremo Federal de Brasil. El 28 de marzo, la legislatura aseguró el derecho de los Jefes de los Gobiernos municipales a declarar la cuarentena por su cuenta, a pesar de las directivas del centro federal, y prohibió al Presidente del país hacer campaña contra la cuarentena. La decisión final del Tribunal se tomó el 16 de abril.

A pesar de cifras alarmantes, el Jefe de Estado brasileño sigue siendo uno de los cuatro líderes mundiales, junto con los líderes de Bielorrusia, Nicaragua y Turkmenistán, que niegan el peligro del COVID-19. Según las encuestas de la agencia internacional de noticias e información financiera “Reuters”, menos de un tercio de la población apoyó a la línea del Presidente relacionada con la lucha contra el COVID-19 a finales de abril del 2020.

Hasta la fecha, una encuesta realizada el 24 de enero por el Centro de Investigación “Atlas político” sugiere que más de la mitad de la población brasileña está a favor de sacar a Jair Bolsonaro de la presidencia. El inicio del juicio político contra el líder brasileño es apoyado por el 53,6% de los encuestados, mientras que el 41,5% está en contra de la renuncia de Bolsonaro. Los especialistas de este Centro de Investigación señalan que el apoyo a la acusación contra el Jefe de Estado aumenta según los parámetros de la educación y el nivel de ingresos de los encuestados.

De acuerdo con el estudio, el líder brasileño goza del mayor apoyo entre los hombres (51%) y los evangélicos cristianos (61%). Una observación interesante fue que uno de cada cinco (20%) que votó por la candidatura de Bolsonaro en la segunda vuelta de las Elecciones Presidenciales de 2018, ahora apoya a su destitución.

Según la encuesta, el apoyo a la destitución del Presidente brasileño alcanzó su punto máximo (alrededor del 58%) en abril del año pasado después de la renuncia del Exministro de Justicia Sergio Moro (port. – Sergio Fernando Moro), quien era un símbolo tácito de la lucha contra la corrupción en este país latinoamericano.

El 1 de febrero se celebrarán las Elecciones de los Presidentes de ambas Cámaras del Congreso Nacional de Brasil, que decidirán el destino de Bolsonaro. Los Presidentes salientes de la Cámara de Diputados y el Senado no coincidieron en una sola estrategia: uno entró en coalición con ex opositores políticos, en su intento de mantenerse en el poder, mientras que el otro prefirió trabajar con el Gobierno para conseguir un nuevo puesto alto. No solo la mayor alineación de fuerzas en la arena política en Brasil, sino también el futuro del actual líder dependen de cómo se distribuyan los votos en estas Elecciones.

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Varios sindicatos brasileños apoyan el inicio del proceso de la destitución de Bolsonaro. Fuente: Primicias 24.

Para evaluar la importancia del próximo proceso electoral, pasemos al hecho de que el Congreso Nacional de Brasil es un órgano legislativo bicameral compuesto por la Cámara de Diputados (513 escaños) y el Senado Federal (81 escaños). Cada entidad constituyente de la República Federativa de Brasil está representada por tres senadores que son elegidos por un período de ocho años. Los diputados son elegidos por un período de cuatro años por mayoría universal. Los escaños de la Cámara de Diputados se distribuyen en proporción a la población de las entidades constituyentes brasileñas.

Los Presidentes de la Cámara de Diputados juegan un papel vital en el órgano legislativo del país. Son elegidos en votación interna por un período de dos años sin posibilidad de reelección en el marco de una convocatoria del Congreso Nacional. Todos los proyectos de ley clave son de su competencia exclusiva. Estos incluyen cuestiones de la destitución al Jefe de Estado y el Vicepresidente de Brasil.

Sobre la base de la Constitución brasileña de 1988, el proceso de acusación es iniciado por el Presidente de la Cámara de Diputados y el titular de la Cámara Alta, a su discreción, presenta el proyecto de ley al Senado. Según la ley básica de la República Federativa de Brasil, el Jefe de la cámara baja también es el tercero en la jerarquía de los funcionarios. Así, si el Jefe de Estado y el Vicepresidente son destituidos del poder, es él quien se convierte en Presidente Interino.

Queda menos de una semana para las Elecciones tan esperadas. En el contexto de un creciente movimiento de protesta y una caída récord en el apoyo al actual líder, este proceso electoral puede dejar de ser solo una formalidad administrativa. Si gana el candidato oficialista, Arthur Lira, Jair Bolsonaro no enfrentará un juicio político y su partidario promoverá los proyectos de ley necesarios para el Gobierno federal. Sin embargo, incluso si el candidato “correcto”” en la Cámara de Diputados es derrotado, Bolsonaro podrá contar con el Senado, porque el titular de la Cámara Alta del Congreso Nacional tiene la decisión final sobre el tema de la destitución de los poderes presidenciales. . En caso de voto alternativo y la llegada al poder de parlamentarios opositores en ambas cámaras, el Gobierno federal tendrá que olvidar de la implementación de proyectos de ley anteriores, y Jair Bolsonaro deberá comenzar a prepararse para inicio del procedimiento de la destitución.    

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